El Sutti y Pacarín viven en la calle bajo la luz de un viejo farol. Durante el día recorren la ciudad buscando la supervivencia entre las sobras; pero al caer la noche vuelven rápidamente a refugiarse bajo su luz.
En una de esas tantas noches transcurre la obra, noches en las que, según El Sutti, hay que evitar la oscuridad para sobrevivir, porque en ella habitan los hombres de la oscuridad, unos seres que los acechan, los torturan, y que buscan la oportunidad de matarlo por animarse a verlos.
Pacarín ya esta acostumbrado a convivir con El Sutti y sus alucinaciones. Tiene hambre y éso es lo único que le importa; pero no puede abandonar a su compañero porque son como una familia... una familia nacida en la miseria de la calle. Es por ello que jamás se moverán de este protector haz de luz, es el único lugar donde se encuentran a salvo, hasta que un repentino parpadeo del farol hace que la oscuridad invada todos los espacios, derribando las barreras que separan al Sutti de los hombres de la oscuridad; pero tambien derribando las barreras que separan a los personajes de los espectadores .
Entonces los límites desaparecen y todo se mezcla de manera confusa: la locura y la cordura, la ficción y la realidad, la tranquilidad y el miedo... sentirse rodeados y amenazados por la oscuridad no es algo que le guste a nadie ¿a quien de nosotros no nos aterró alguna vez lo que la oscuridad oculta?, la diferencia esta en verlo y enfrentarlo o cerrar los ojos y esperar que se vaya.